Nayib Bukele, presidente de El Salvador.

Nayib Bukele, presidente de El Salvador. Reuters

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¿Bukele por siempre? Una reforma a la Constitución podría aferrarlo al poder de El Salvador

No es la primera vez que el presidente y sus aliados buscan, a través de ley, ampliar sus facultades y disminuir sus contrapesos.

7 mayo, 2024 02:34

Renegar de una reelección es cada vez menos fiable. Lo hizo en su momento el fallecido dictador de Venezuela, Hugo Chávez, cuando tras ganar sus primeros comicios dijo no tener la intención de mantenerse en el poder una vez acabado su mandato. Lo hizo también Nayib Bukele, presidente de El Salvador, quien a inicios de junio dará inicio a su segundo periodo consecutivo. Una vez en el cargo, al parecer, las tentaciones de seguir se imponen a la coherencia de los líderes.

En El Salvador se ha llegado un paso más adelante que la reelección. Diputados afines a Bukele, que hoy goza de un parlamento en su favor y de una altísima popularidad en la ciudadanía, aprobaron una reforma constitucional que permitiría que el mandatario se mantenga gobernando por mucho tiempo más. Si bien los defensores de la reforma dicen no tener ese propósito, lo cierto es que se abrió una Caja de Pandora.

Se trata de uno de los artículos más importantes de la Constitución vigente, que tiene sus inicios en 1983. Un artículo, el número 248, que para muchos en el país centroamericano no debe reformarse bajo ningún motivo. 

La Asamblea de El Salvador, mientras se votaba la reforma a la Constitución.

La Asamblea de El Salvador, mientras se votaba la reforma a la Constitución. Reuters

Hasta la aprobación de la reforma, la norma aseguraba que para que un cambio constitucional entrara en vigor se necesitaba que la legislatura actual lo aprobara y después una segunda legislatura lo ratifique. Esto último, para garantizarle al electorado estar consciente de las nuevas propuestas una vez que vayan a votar. Todo cambió con lo ocurrido.

Los diputados salientes hicieron uso de su última sesión plenaria para permitirle a la legislatura entrante, que inició sus funciones el pasado 1 de mayo, la potestad de cambiar la Constitución de manera expedita. De ese modo, cualquier cambio podrá surtir efecto inmediatamente sin la necesidad de esperar un nuevo cambio en el ordenamiento del poder. La motivación de la jugada se sospecha que es sólo una: la reelección indefinida de Bukele como jefe de Estado. 

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El debate en el Congreso confirmó la hegemonía de Nuevas Ideas, partido en el que milita el mandatario. Entre las posibles consecuencias que puede tener la medida, destaca cambiar el modo en que se gobierna el país, extender la duración de los periodos de cualquier funcionario y suprimir más derechos de la población.

Bukele cuenta en este momento con el 95% de los escaños en la Asamblea, es decir, si su intención es mantenerse como gobernante, con la reforma recién aprobada, podrá hacerlo sin resistencia capaz de hacerle frente. 

Intentos fallidos

No es la primera vez que en El Salvador ocurre un evento de ese tipo. El 30 de abril de 2005, la Asamblea aprobó una reforma constitucional que prohibía el matrimonio civil entre dos personas del mismo sexo. Sin embargo, el cambio no entró en vigor después que la nueva legislatura (2006-2009) decidiera no ratificar el acuerdo. 

En ese entonces, la estrategia fue la misma: el diputado Rodolfo Parker, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), aprovechó los días entre el cierre de un periodo y la toma de posesión para promover reformas que vayan acorde con la configuración del poder. En esta ocasión, no obstante, es mucho menos probable que se detenga la medida. 

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Los temores, sin embargo, han buscado apaciguarlos desde Nuevas Ideas. Rodrigo Ayala, uno de los más leales al presidente y de los firmantes del acuerdo, advirtió que el añadido no incluye entre sus posibilidades la forma de gobierno la integridad territorial y la alternabilidad en la presidencia. No son pocos los que dudan sobre eso.

Un patrón en Bukele

El actual presidente de El Salvador prometió gobernar una vez y luego irse, pero la popularidad que fue acumulando durante su primera administración, la crisis de seguridad y lo cómodo que estaba en el Palacio Nacional, lo convencieron de volver a intentarlo. 

Ganó con soltura en febrero de este año y en sus festejos se dirigió a sus disidentes. En su discurso aseguró haber "pulverizado a la oposición", además de emitir palabras algo discutibles, como que los salvadoreños se habían pronunciado en favor de "un sistema democrático de partido único". El joven empresario se impuso con cerca del 85% de los votos, representando alrededor de un 45% del universo electoral. 

Los intentos de "pulverizar a la oposición" llevan tiempo. Tres años atrás, los diputados aliados al presidente vencieron con 'supermayoría' y en su primer día pavimentaron, mediante una interpretación dudosa, el camino a la reelección inmediata. Tuvieron éxito y el desenlace de la trama fue la segunda candidatura consecutiva de Bukele. 

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele.

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Reuters

También está el reajuste de los distritos legislativos, que sólo han agrandado el poderío de su presencia en las instituciones de Estado. Con respecto a la seguridad, está un estado de excepción que acumula dos años, y que si bien se le atribuye la disminución de la violencia, también se le responsabiliza de la restricción de derechos y el abuso de la autoridad. Y en la justicia, se le ha acusado en varias ocasiones de ocultar investigaciones en su contra y perseguir a sus adversarios políticos.

Amnistía Internacional

Desde el extranjero también ha habido cuestionamientos a la reforma. Lo resuelto en la Asamblea, según Amnistía Internacional, limita las oportunidades de participación ciudadana en asuntos públicos y reduce el espacio de debate y reflexión.

El movimiento global que vela por el respeto a los Derechos Humanos, advirtió, en su declaración, una erosión de la independencia judicial y el debilitamiento de los mecanismos de control y rendición de cuentas. Por su parte, se cuestionó la ausencia del debido proceso en el régimen de excepción que lleva 25 años en las calles. La gran preocupación, dicen, es la permisibilidad de arrestos sin orden judicial

Los defensores de la medida y del liderazgo del presidente, en cambio, sostienen que lo resuelto es lo que demanda el pueblo salvadoreño, al verse reflejado en cada uno de los sondeos la intención de seguir transformando estructuralmente al país. 

Bukele se prepara para asumir su segundo mandato el próximo 1 de junio. La seguridad y la amenaza de las pandillas, por supuesto, seguirán siendo su reto principal, por más que señale tener la situación "controlada". Por otra parte, la economía será otro de sus grandes desafíos. El pueblo salvadoreño exige mejores condiciones de vida y si el mandatario desea seguir afianzando su respaldo ciudadano, deberá trabajar día y noche en busca de ese objetivo.